El 29 de abril de 2003, las aguas del río salado dejaron a un tercio de la ciudad de Santa Fe inundada y miles de santafesinos debieron abandonar sus hogares, perdiendo bienes materiales, recuerdos y vidas. Las organizaciones sociales, gremios, universidades y vecinos se unieron para articular acciones y se transformaron en el único puente para la atención de los evacuados, la recepción y distribución de donaciones, la asistencia y la ayuda solidaria. Tuvieron un rol crucial durante y después de la tragedia junto a la comunidad ante una clara ausencia del Estado y de políticas públicas. En esos tiempos, hubo un aprendizaje social muy grande que significó un antes y un después de las inundaciones.
Hoy, nos encontramos ante una nueva emergencia, pero con características muy diferentes, donde el riesgo no es el río ni la lluvia y la principal medida de prevención es el aislamiento social. En este contexto, las organizaciones sociales continúan acompañando, sosteniendo y trabajando junto a la comunidad. 

Por ello, la Secretaría de Extensión Social y Cultural retoma los aportes y reflexiones de referentes de instituciones y organizaciones sociales con los que se vincula, para recordar y poner en valor el inmenso trabajo que se realiza durante las emergencias.

Compromiso social universitario
“En el 2003 en agua entró a la ciudad y la gente se organizó sola. La comunidad universitaria junto a otras instituciones mostraron una gran capacidad organizativa para transitar ese momento que fue trágico pero que nos impulsó a seguir adelante”, señaló Katya Zuska, quién en ese momento se desempeñaba como secretaria general de la Federación Universitaria del Litoral. En ese sentido, destacó que “cuando hay instituciones con objetivos claros se puede salir fortalecidos de los momentos críticos que no toca vivir como sociedad. Este 29 de abril, volvemos a recordar lo que nos pasó pero también es un momento importante para resignificar el compromiso social de los jóvenes y de todos los conformamos la universidad pública”.
Por su parte, Lucila Reyna, secretaria de Extensión Social y Cultural subrayó la continuidad del trabajo con las organizaciones sociales en el marco de la cuarentena ”seguimos fortaleciendo los lazos y trabajamos juntos para dar respuestas en momentos difíciles canalizando las necesidades de la gente. Las organizaciones sociales con los referentes comunitarios siguen siendo claves en el acompañamiento, la escucha y la resolución de los problemas más urgentes que tienen las familias”. 

Siempre presentes
“El 29 de abril marcó la vida de una manera distinta, decimos que la gente salvó a la gente por que no hubo una evacuación de parte del gobierno provincial y fueron las vecinas y vecinos de la zona seca de la ciudad los que salieron a salvar a la barriada del oeste que estaban tapadas de agua”, recuerda Claudia Albornoz integrante de la carpa negra y la organización villera “La Poderosa”,  que además destacó el trabajo de búsqueda de personas mediante el accionar de las organizaciones sociales, los sindicatos y la universidad. Hoy, sigue exigiendo justicia y reivindica el trabajo que se está haciendo para dar respuesta al hambre y los problemas más urgentes de las familias.
El padre Axel Arguinchona, quien se encontraba en el 2003 al frente de la Parroquia Santa Rosa de Lima, recordó el compromiso de las organizaciones sociales durante y después de la inundación y cómo en este tiempo de pandemia siguen estando presentes.
Marcelo Arce, vicepresidente de la Vecinal Estrada, hace referencia a la presencia de otras instituciones por fuera del ámbito del barrio que acompañaron y asistieron a los vecinos durante la emergencia, a diferencia de hoy donde el rol fundamental lo tienen las propias instituciones barriales. En ese sentido, para Liliana Noseda, una vecina del Barrio Chalet, en ambas situaciones de emergencia las acciones de contención han sido y son clave para la vida de las personas. 
Para muchas instituciones fueron y son tiempos difíciles. El Servicio de Educación Popular (SEP) durante la inundación perdió todo y les costó dos años recuperar la radio que funciona allí. Hoy, Ana Martínez referente de la institución remarca la importancia de contar con la radio, ya que brindan información y servicios que les permiten conectar a docentes con sus alumnos y a los profesionales del centro de salud con la comunidad.
En el caso del Teatro de la Abadía, las emergencias impactan de manera muy diferentes. Walter Alemandi, su director, recuerda como en el 2003 salieron a pedir colaboración al barrio y abrir las puertas para atender a la gente. Hoy, esta pandemia les impide ofrecer espectáculos y clases, pero sostiene que a pesar de ello es “un lugar de encuentro y de creación” donde se trabaja a diario para seguir conectados con su comunidad y su público desde las redes sociales. 

La fortaleza del trabajo en red
Luego de la inundación, se fueron conformando diferentes redes territoriales - como una manera de organizar y nuclear a diferentes instituciones y organismos públicos donde la Universidad participa y acompaña- para generar acciones y propuestas de manera participativa con la comunidad. De esa forma, cada institución cumple un rol pero se persiguen objetivos comunes, como lo fue durante la reconstrucción luego de la inundación y en este tiempo de pandemia.
Claudia Cardozo, es directora de la Escuela Nuestra Señora de Itatí y miembro de la red Convivencia, un espacio creado a 10 años de la inundación. Hoy tienen un rol fundamental para coordinar las acciones en esta emergencia. Analía Martínez representa al Centro de Atención Familiar 25 y participa de la Asociación Vecinos con compromiso del Barrio Centenario. Estuvo afectada durante la inundación del 2003 y recuerda el acompañamiento recibido durante la emergencia; comenta que hoy puede retribuir acompañando a las familias que lo necesitan y brindar ayuda. Por su parte Diego Santa Cruz, agente sanitario que trabaja en el Centro de Salud EMAUS de Centenario, destacó el trabajo de promoción y de prevención que se encuentran realizando junto a la comunidad. Sandra Trevisani, directora de la Escuela Generala Juana Azurduy, recordó que en 2003 “estaba dando clases, fue sorpresivo, nadie advirtió de la situación y fueron momentos muy difíciles de atravesar”. Rescata que a pesar de ello, la escuela estuvo presente al igual que hoy ante esta situación “estamos teniendo una presencia increible, para tener una escuela virtual y sostener los vínculos”.
Desde distintos lugares y con propósitos diversos, las redes y organizaciones tienen una presencia vital en el territorio. En 2003, ante la devastación de las inundaciones, se pusieron al hombro no solo la reconstrucción de la ciudad, sino, además, la recomposición de los lazos sociales y las memorias colectivas. Hoy, frente a una nueva emergencia, recrean formas de socialización, de sostén, de acompañamiento, de ayuda.
Como hace 17 años atrás, la universidad reafirma su compromiso social para seguir trabajando con la comunidad y continuar con su labor extensionista junto a las organizaciones, instituciones, vecinas y vecinos.