El 2015 será un año para recordar en la vida de Matías Capella. De soltero pasó a casado, de estudiante a graduado y de residente en Santa Fe a ciudadano de Munich. Tantos cambios se deben a una decisión que tomó hace casi diez años, cuando abandonó la comodidad de la carrera de ciencias económicas por el desafío que le presentaba la de biotecnología.

“Siempre fui amante de las Ciencias Naturales, pero como en mi familia son todos contadores, me fui inclinando por esa rama, así que cuando empecé la facultad fui derecho a Ciencias Económicas”. Con un trabajo en un estudio contable y la carrera en marcha, Matías tenía el futuro asegurado en el mundo de los números. Pero su mejor amigo, que estudiaba biotecnología, de a poco lo fue atrayendo hacia su disciplina. “Cada vez que nos juntábamos me interesaba por las cosas que estudiaba. Empecé a discutir con él, le pregunté qué se hacía, de qué se trabajaba y me interioricé en esa carrera. En algún momento hice un “clic” y me cambié”.

Cuatro años más tarde ingresó como pasante en el laboratorio de Biotecnología Vegetal, a cargo de la Dra. Raquel Chan, y también como docente en la cátedra de Biología Celular y Molecular de la Facultad de Biología y Ciencias Biológicas (FBCB). Además de ganar experiencia, el plan era ver si la investigación académica era lo suyo. Y lo fue, al punto que al graduarse decidió ingresar en el Doctorado en Ciencias Biológicas de la FBCB y aplicar a una beca CONICET que está a punto de finalizar. El próximo paso es una estancia pos doctoral en el Instituto Max Planck de Bioquímica de Munich, Alemania, uno de los institutos líderes en ciencia y tecnología del mundo, por el que pasaron 33 premios Nobel.

“A mí siempre me gustó hacer preguntas y ver como las podía responder, por eso me terminé inclinando por la investigación. Creo que las oportunidades que me presentó la Facultad me permitieron elegir la parte académica y gracias a Raquel que me permitió formar parte de su grupo de trabajo y a CONICET que me becó, pude continuar con un doctorado”.

Doctorado, Munich y después

Una vez que ingresó en el sistema académico, Matías se acopló al trabajo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), de doble dependencia UNL-CONICET, con un proyecto en levaduras. Después cambió la línea de investigación y en las próximas semanas defenderá su tesis con un estudio sobre la expresión de una proteína que regula el crecimiento de la planta en respuesta a diferentes condiciones lumínicas. “Estudio la función de una proteína de la planta modelo Arabidopsis thaliana, que pertenece a una familia de proteínas que regulan la expresión de otras en condiciones medioambientales desfavorables. Particularmente, a mí me interesó saber si esta proteína cumple un papel cuando la planta crece en condiciones óptimas de crecimiento”.

En el Instituto Max Planck, volverá a trabajar con levaduras y aunque eso implica cambiar nuevamente el rumbo de sus investigaciones, el objetivo es sumar nuevas herramientas profesionales. “Mi idea es aprender técnicas que nosotros no manejamos hoy en el Instituto e intentar abrir la cabeza, pensar de otra forma con otro organismo, y ver si puedo traer toda esa experiencia a la Argentina”.  

Con la vuelta todavía muy lejana, el proyecto más importante hoy es defender su tesis y organizar el viaje a Alemania junto a Priscila Bourilhon, su flamante esposa. En medio de esa vorágine, Matías revaloriza el esfuerzo y el impacto positivo que tuvo el doctorado en su carrera. “Hacer un doctorado no es fácil. Al entrar en la carrera uno piensa que va a descubrir la cura para el cáncer, pero una vez que empezás a investigar te das cuenta que no es tan sencillo: hay cosas que no siempre salen, las hipótesis no son siempre las correctas. Creo que es importante saber reponerse a estas cosas y tener presente que no todo sale en el primer intento. Manejar la frustración es un trabajo diario muy arduo, pero es una satisfacción enorme cuando tu trabajo es aceptado por la comunidad científica. Hoy puedo decir que obtener un segundo título me hizo crecer muchísimo, tanto en el plano personal como profesionalmente, y el criterio científico que tengo hoy es abismalmente diferente”, concluyó.