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  • El Diccionario del habla de los argentinos registra el término de esta forma: “Se dice del extranjero, inicialmente del inglés y luego en particular del italiano”. Por otro lado, Mario E. Teruggi, en su Panorama del lunfardo, registra: “Término vulgar con que se moteja al extranjero cuya habla difiere totalmente de la castellana, como el inglés, el alemán, el francés y el italiano. Así, no se dice nunca gringo al español, al hispanoamericano, al brasileño ni al portugués.



    Casa de Campo Grutly.


    La costumbre de llamar gringos preferentemente a los italianos es por la sencilla razón de que en el Río de la Plata la inmigración italiana era entonces tan predominante que tocándolos a cada paso, ofrecíase a cada instante la ocasión de habérselas con ellos y de usar consiguientemente el calificativo de que se trata, ora por vía de gracia en sentido familiar, ora con enojo entre el común de la gente”.


  • "El tema del imaginario gringo me parece interesante pero controversial. Si se trata de un imaginario de desarraigo o evocación creo que eso desapareció con la primera generación de argentinos. Si se trata de un imaginario de recuperación identitaria por reconocimiento de raíces ancestrales en generaciones posteriores de argentinos, manifiesto en las gestiones de pueblos y ciudades del oeste santafesino y este cordobés para hermanarse con ciudades italianas de donde provinieron los primeros inmigrantes, debo decir que es una iniciativa propia de un sector de la pampa gringa: la que fuera colonizada después de 1880 principalmente por piamonteses. En las colonias más antiguas fundadas antes de esa fecha alrededor de Esperanza, tal imaginario no existió. De estas cosas me interesaría hablar, teniendo a mano siempre mi propia experiencia personal. Aquí le mando el párrafo sobre el término gringo, del que le hablé.

    En la zona de pampa gringa donde me crié la palabra gringo tiene sus vericuetos semánticos, que me parece interesante pasar en limpio antes de entrar en tema. En el principio, es decir al inicio de la colonización, aludió a los extranjeros sin más, una acepción que era propia del mundo criollo preexistente (verbigracia el Gringo Pellegrini). Con el correr del tiempo refirió solamente a los italianos, y así llegó hasta hoy (en compañía de los rusos, los gallegos y los turcos; los alemanes, los suizos y los polacos no fueron rebautizados). Pero en mi pueblo, cuando yo era niño al menos, gringos también eran los chacareros, la gente del campo; aunque entonces la palabra había tomado una connotación entre peyorativa y envidiosa, ya que aludía a la presunta tosquedad de personas con poco roce social y, además, con plata. Dicha acepción se proyectaba más allá de la relación puebleros-chacareros y llegaba hasta las ciudades, aunque ya con el único sentido de persona rústica y poco pulida. Mi hermano mayor, por ejemplo, que entró a trabajar en el Correo Central de Santa Fe en el cuarenta y ocho, fue rebautizado por sus compañeros como el Gringo, sobrenombre que también tenían otros muchachos que provenían del interior de la provincia."

    Luis Priamo. 27 de agosto de 2012 (mail enviado a A. Crolla)