Fundamentos teóricos

 Contra el “eso no es para nosotros” 

En 1964 Bourdieu publica junto a Jean Claude Passeron Los herederos. Los estudiantes y la cultura. Preocupados por la naturalización de las desigualdades y su reproducción por el sistema educativo francés, organizan un trabajo estadístico en función de analizar el lugar del “privilegio cultural” en el ingreso a la universidad francesa (recordemos que en Francia, como en varios países de América Latina, el acceso a la universidad no es irrestricto sino que requiere resolver con éxito instancias de examen previas). Los datos que recogen dan cuenta del origen social de los estudiantes, sus recursos económicos, la categoría socio-profesional del padre y del abuelo, el consumo semanal de obras artísticas, etc. Esos resultados, yuxtapuestos, desnudan correlaciones entre desempeño en los primeros años con origen social, manejo de la lengua, sexo, lugar de residencia, etc. Dicho rápidamente: sus convincentes argumentos cuestionan un sistema que, apoyado sobre “el postulado de la igualdad formal de todos los estudiantes, no puede reconocer otra desigualdad que la de los dones individuales” (Bourdieu y Passeron, 1964: 103). Por ejemplo, la dificultad para comprender un contenido se suele reducir a un problema de estudiantes más o menos capaces o, en su defecto, más o menos laboriosos sin atender la condición de “desfavorecidos por su origen social” (103). Esta consagración excluyente de la ideología del don y/o del esfuerzo conduce a la reproducción de las desigualdades y a la legitimación de los “privilegios culturales” (106) de las clases favorecidas, es decir, de los “herederos”, de los que reciben, como por “ósmosis”, un capital cultural del que se han apropiado como si se tratara de un “bien de familia”. 

Bourdieu y Passeron continúan su investigación en La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza (1970): en esta ocasión expanden la muestra para volver sobre las mismas cuestiones, levemente desplazadas hacia la atención respecto de cómo el sistema escolar ratifica la estructura de la distribución social del capital cultural. Lejos de una posición determinista, desestiman terminantemente la naturalización de todo estado del orden social: “Es porque conocemos las leyes de reproducción que tenemos alguna oportunidad de minimizar la acción reproductora de la institución escolar” (1989: 173), sentencia Bourdieu algunos años más tarde. Es en ese sentido que piensa a la sociología como “deporte de combate” (2001), es decir, como instrumento que sirve para “defenderse” (2001): es porque conocemos el funcionamiento de algo que podemos (atenuamos, menos entusiastas: al menos fantasear con la posibilidad de) intervenir en su transformación. “No hay conciencia del papel de la cultura en la dominación” (1989: 173), asevera. Y su apóstrofe incisivo sigue: “La enajenación cultural excluye la conciencia de la enajenación” (1989: 173). 

“Eso no es para nosotros” es una frase expandida entre los sectores populares respecto de ciertos bienes de consumo cultural identificados con la “alta cultura” y con la universidad: Bourdieu obtiene este dato a partir de una encuesta que aplica a una muestra de 1217 personas. El resultado, publicado en 1979 en La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, interroga la escandalosa abstracción con la que suele tratarse el concepto de “gusto” mientras pone de manifiesto la correlación entre “gustos de clase”, “estilos de vida” y distribución desigual del capital cultural: así mientras las clases populares tienden a la “elección de lo necesario” naturalizando su apartamiento de ciertos consumos culturales, quienes frecuentan estos consumos desde temprana edad, por lo general, pertenecientes a los sectores medios y altos, suelen manejarse como si estos fueran “bienes de familia” (Martínez, 2007)..

Inspirados en Bourdieu y en su estímulo a las intervenciones, aunque mínimas (tan pequeñas que, siguiendo a Avital Ronell, las llamamos “nano-intervenciones” [2008, 2011]), inspirados en sus combates contra la distribución desigual de los capitales culturales, creamos el proyecto editorial Vera cartonera.

 La hospitalidad

Anne Dufourmantelle invite Jacques Derrida à répondre De l’hospitalité (1997) es un libro escrito a dos voces: en las páginas de la derecha, se transcriben dos sesiones de un seminario en el que Jacques Derrida, por 1996, despunta su ética de la hospitalidad; en las de la izquierda, Anne Dufourmantelle comenta esas clases. 

Apartándose de la lógica de la tolerancia que  supone un implícito principio de superioridad moral respecto de aquel al que se “tolera” (un principio derivado, en parte, de la tradición cristiana de la que se desprende [Derrida 2001: 54]), Derrida desarrolla una ética que responde al otro-radicalmente-otro, no sin dejar entrever las tensiones que dicho desafío implica. En principio es la ambivalencia de las palabras la que suscita su atención: hostis en latín aloja los sentidos tanto de extranjero como de enemigo. La etimología habilita la reflexión respecto de los sutiles pasajes entre la hospitalidad y la hostilidad sobre los que Derrida alerta vía el término hostipitalité (Derrida 1997: 45). Sus planteos “solicitan” cómo trabajar desde una lógica hospitalaria que no raye en la condescendencia, en el paternalismo, en la buena conciencia del deber cumplido y en el narcisismo (Derrida 2001b); cómo hacer que términos como “respeto del otro” o “apertura al otro” escapen a los latosos usos moralizantes, sujetos por lo general a prácticas previsibles, para suscitar intervenciones que se saben, justamente por esta posición, en conflicto: “esta hospitalidad es cualquier cosa menos fácil y serena”, aclara Derrida durante una entrevista (2001: 51).

Esta dificultad viene dada por la tensión que intentaremos exponer arriesgando algunas analogías: podríamos afirmar que para Derrida la ética de la hospitalidad incondicional es a las prácticas lo que la justicia es al derecho, lo que la democracia por-venir es a nuestras democracias. En cada caso se trata de una meta que obedece al imperativo de no descansar en la “buena conciencia del deber cumplido” para atender a lo que falta así como a las cristalizaciones que inmovilizan, que impiden “parpadear” (cf. Derrida, 1983) y/o hacer lugar, hospitalariamente, a lo imprevisible, a la emergencia monstruosa del “acontecimiento” (Derrida 2003). Lo que Derrida interroga, en cada caso, va mucho más allá del lenguaje o de un hacer disciplinar o de un conjunto mayor como las “humanidades”: es otro pensamiento de lo posible (de la vida posible) lo que estas solicitaciones impulsan a través de operaciones practicadas desde una lengua, desde una disciplina y desde las humanidades. Se trata de promover un pensamiento que haga lugar a lo aún no imaginado, a lo no previsible, a lo fuera de cálculo, al “acontecimiento” nunca contenido en las especulaciones más o menos previsibles sobre el futuro.

Intentar materializar esta ética a través de nuestras prácticas es nuestro desafío: trabajar día a día con quienes no se comparten asunciones teóricas ni estéticas ni políticas enriquece tanto la propia argumentación al exponerse al ejercicio de confrontar con fundamentos y razones como la definición misma del proyecto de Vera cartonera. Por otro lado, esta posición ética explica, en parte, la diversidad de su composición: diversidad de procedencias disciplinares y de posiciones de sus integrantes, diversidad de géneros incluidos en el catálogo, diversidad de perspectivas de gestión de las prácticas. Tal vez podamos enseñar  bastante más que una lógica de producción y de circulación de bienes culturales alternativa a la del mercado mientras trabajamos en esta producción y circulación de bienes culturales desde esta lógica que se quiere y se imagina alternativa a la del mercado.

 

Referencias

Bourdieu, Pierre y Jean-Claude Passeron (1964). Les héritiers. Les étudiants et la culture. París : Minuit.

—. (1970). La reproduction. Eléments pour une théorie du système d’enseignement. París : Minuit.

Bourdieu, Pierre  (1972). Esquisse d’une théorie de la pratique. Genève : Droz.

—.  (1971). Campo del poder, campo intelectual y habitus de clase. Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba. Traducción de Alicia Gutiérrez.

—. (1979). La distinction. Critique sociale du jugement. París: Minuit.

Derrida, Jacques (1983). “Les pupilles de l’Université. Le principe de raison et l’idée de l’Université”, en Du droit à la philosophie. París : Galilée, 1990, 461-498.

—. (1997). Anne Dufourmantelle invite Jacques Derrida à répondre De l’hospitalité. Calmann-Lévy : París, 10-136.

—. (2001a). Escoger su herencia. En J. Derrida y É. Roudinesco Y mañana qué…. Buenos Aires: FCE, 2002. 9-28. Traducción de Víctor Goldstein.

—. (2001b). ¡Palabra! Instantáneas filosóficas. Madrid, Trotta. Traducción de Cristina de Peretti y Paco Vidarte.

—. (2001c). L’Université sans condition. París : Galilée.

—. (2003a). Auto-immunités, suicides réels et symboliques. Un dialogue avec Jacques Derrida ; La déconstruction du concept du terrorisme selon Derrida. Le “concept” du 11 septembre. Dialogues à New York (octobre – décembre 2001). París: Galilée, 133-244.

Martínez, Ana Teresa (2007). Pierre Bourdieu: razones y lecciones de una práctica. Buenos Aires: Manantial.

Ronell, Avital (2008). Derridémocratie. Colloque International Derrida politique. París : ENS.

—. (2011). “Entrevista”, en Vincent Kaufmann, director. La faute à Mallarmé. L’aventure de la théorie littéraire, París: Du Seuil, 290−296.

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