Actividades

Estudiantes, graduados, profesores e investigadores con sede en el Centro de Investigaciones Teórico-Literarias, en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHuCSo-Litoral, unidad de doble dependencia CONICET-UNL) y en el Programa de Promoción de la lectura (Ediciones UNL), llevamos adelante un plan de acción iniciado en 2015 que nos interesa exponer a los efectos de analizar los conceptos de libro, lectura e intervención que lo sostienen y, finalmente, las fantasías que lo animan.

Si el objetivo fundamental de la editorial es crear nuevos lectores a partir de la modificación de habitus (Bourdieu, 1971) respecto del objeto libro (nuestra lucha es contra el “eso no es para nosotros”), es importante tener una amplia propuesta de colecciones que permita ingresar a la lectura empezando por textos que participan de géneros conocidos para pasar a otros menos conocidos. 

El contexto de intervención privilegiado por nuestro proyecto está constituido por espacios donde el objeto libro no es un “bien de familia” y/o donde los sujetos sienten que ese objeto “no es para ellos”. Si bien tenemos puestos de venta tanto en los pasillos de nuestra facultad como en ferias del libro de la ciudad y de la región, centramos nuestro trabajo en el dictado de talleres de armado de libros y de lectura en escuelas. Para empezar, elegimos dos escuelas de nivel secundario, una de ellas destinada a la educación de adultos. Mientras dictamos talleres en ferias, diferentes profesores de escuelas de la ciudad y de la región nos han pedido que vayamos a sus instituciones: en la medida que el proyecto se consolide y logre buenos resultados en concursos públicos para obtener financiamiento que nos permita asegurar la continuidad de nuestras prácticas, ampliaremos muy paulatinamente el número de espacios de intervención ya que nuestra meta es no discontinuar el trabajo iniciado en todos y en cada uno de los lugares con los que nos comprometemos. Se sabe pero no siempre se tiene en cuenta: las instituciones son habitadas y construidas por personas. En un país con tendencia a las fantasías refundacionales cada vez que se cambia de gestión política, prometer y sostener un trabajo, más allá de los avatares coyunturales, es nuestra meta insoslayable.

Nuestro trabajo busca generar espacios de recepción amorosa de los libros. ¿Cómo lo intentamos? En principio, producimos junto con los estudiantes los libros cartoneros que luego donamos a esas mismas escuelas a las que volvemos a armar talleres de lectura de esos mismos materiales. En el caso de los “puestos de venta” en ferias, la idea es que estos funcionen como una “clase” informal: quien vende en esos espacios los libros de Vera cartonera conoce su contenido, por lo tanto, puede sostener una conversación que va más allá del intento de que el comprador adquiera el producto. Se busca generar un interés tanto en el objeto “libro”, en general, como la curiosidad alrededor del contenido de estos, en particular.

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Luego, una marca de nuestros libros es su carácter breve. El hecho de que publiquemos textos cortos no obedece solamente a que la materialidad misma de los libros que producimos exige esa extensión. En verdad se pone en juego aquí una posición desarrollada por Néstor García Canclini en una conferencia dictada en 2018 en la Universidad Nacional del Litoral. Se trata de una presentación provocadora que parte de una pregunta incómoda a partir de la que vuelve sobre un “sentido común extendido” (1): “¿son necesarias las universidades?” (1), pregunta el antropólogo. Y sigue: “quizá la pregunta escandalice a profesores, estudiantes o autoridades universitarias. Pero conviene asumir que esa duda se está propagando en los gobiernos, en las empresas e incluso en las familias” (1). García Canclini desenmascara la hipocrecía de funcionarios que, mientras públicamente sostienen este discurso y reducen los presupuestos para educación y ciencia, apuestan de modo individual a la construcción de capitales científicos, simbólicos y culturales que los transformarán en una elite indispensable, justamente, por esos capitales adquiridos en las universidades. Se trata de “una forma más de elitización del saber” (7) que, obviamente, afectará a los sectores más desfavorecidos que tienen sólo en la enseñanza pública y gratuita una posibilidad para educarse y cambiar, gracias a esa educación, de posición social. “Esta nueva inequidad y su promoción por una derecha que se apropia privilegiadamente de los saberes” es evaluada por García Canclini como “incitante”: se trata de un desafío para las ciencias sociales y humanas que, ante este estado de las cosas, deberán optar por los procesos de “sumisión” o los de “agencia” (7).

Los modos de agencia son variados. El que García Canclini asume supone interrogar “lo que sabemos y lo que saben y hacen los movimientos sociales” (10), por ejemplo, sobre la lectura. Por contraste con el “sentido moderno” de la lectura, muestra por qué “leer ya no significa lo que implicó hasta la mitad del siglo XX, en las primeras etapas de la industrialización” (4). Mientras discute la idea de que “los jóvenes no leen”, observa un incremento cada vez más notable de la lectura “por proyectos”: “en vez de elegir qué y para qué leer de acuerdo con los cánones escolares o de la alta cultura, se va leyendo según necesidades coyunturales: para cursar una materia, postularse para obtener una beca o financiamiento para un trabajo o para comunicarse con amigos” (5). Son estas “motivaciones variables” las que contribuyen a explicar “el aumento de las lecturas breves, discontinuas, más próximas al zapping televisivo o digital que a las prácticas lectoras lineales, de textos completos, valoradas en la formación escolar” (5). Este aporte desde la antropología nos resulta útil para planificar intervenciones con la lectura desde un catálogo que no se conciba de espaldas a los cambios culturales: se trata de generar interpelaciones no excluyentes que envíen a otras. Lejos de una claudicación o de una postura resignada, intentamos contribuir a modelar nuevos lectores porque apostamos a la lectura de textos como una de las vías privilegiadas en la construcción de agencia.

También el proyecto cartonero modifica los procesos hegemónicos de circulación y de consumo de bienes culturales. Compramos el cartón con el que producimos nuestros libros a precio diferencial al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). El viaje del libro del productor al lector es absolutamente artesanal lo que, unido a la cesión de derechos por los escritores y a la absorción del costo del ISBN por la universidad, abarata el precio final que, en el caso de las escuelas, se reduce a 0$ dado que donamos los ejemplares producidos a la biblioteca de la institución.

El sistema de ventas intenta también favorecer el consumo de los textos del catálogo: si comprar un libro de Vera cartonera en un pasillo de la facultad o en una feria cuesta 1 dólar, comprar dos títulos o tres diferentes irá abaratando ese costo (de ese modo, se paga menos de un dólar por libro). Como se podrá observar, se busca estimular, también a partir de una oferta tentadora en términos económicos, la adquisición del libro que resulta incluso un objeto suntuoso para un amplio sector de la clase media baja argentina y de nuestro estudiantado universitario.

Se empieza con actividades muy acotadas y con espacios reducidos a los efectos de que el equipo inicial no se agote ni soslaye las otras prácticas en las que cada uno está comprometido. Se busca sostener en el tiempo este trabajo colectivo a partir de una inteligente estrategia que combine las fantasías de intervención en el campo social y cultural con las condiciones de posibilidad de acción ligadas a la cantidad de voluntarios y a la intensidad del compromiso con la práctica de todo el equipo.

Referencias

Bourdieu, Pierre (1971). Campo del poder, campo intelectual y habitus de clase. Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba. Traducción de Alicia Gutiérrez.

García Canclini, Néstor (2018). La universidad vista desde las culturas de los jóvenes. VII Encuentro Nacional y V Latinoamericano sobre la universidad como objeto de investigación. Santa Fe: UNL.

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