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    Rosario, puerto y orillas

    Fue Santa Fe la primera tierra argentina poblada por la conquista española y en especial la región que delimitaba el Arroyo del Medio al Sur y el río Carcarañá.

    En 1527, el descubridor de los ríos Paraná y Paraguay fundó en la boca del Carcarañá, la primera fortaleza en tierras occidentales con su propio nombre: Puerto Gaboto. El fuerte sirvió por entonces de base a las expediciones que subían hacia el norte en busca del oro del Alto Perú o que se dirigían hacia la ciudad dos veces fundada en la boca del estuario del Plata: Buenos Aires.

    Muy cerca de Puerto Gaboto se establece una posta modesta con el apoyo de pocos conquistadores y la compañía de la tribu calchaquí quienes huían de sus belicosos vecinos los guaraníes.

    La pequeña capilla dio el nombre a los pocos “ranchos” que la rodeaban: Capilla de Nuestra Señora del Rosario de los Arroyos y a comienzos de 1762 ya contaba con 5000 habitantes, un templo, una aduana marítima y varias pulperías.

    Durante los episodios de las luchas por la independencia a comienzos del siglo XIX, el sitio fue escenario de memorables sucesos históricos. A sus orillas el libertador José de San Martín libra en San Lorenzo su primera batalla contra los ejércitos del rey de España y en 1812 las baterías del general Belgrano toman su asiento en la ciudad. Allí, Belgrano crea la bandera nacional, símbolo que identificará a la ciudad hasta el presente.

    Apenas caído Rosas en 1852- quien se opuso fervientemente a una política de apertura a la inmigración europea- la población de Rosario alcanzaba las 7000 personas pero el continuo progreso y desarrollo que los inmigrantes trajeron en pocos años hizo que en 1869, año en que se computa el primer censo nacional, su población establecida trepara hasta las 23.000 personas y pocos años más tarde a 45.000.El 70 % de esta población era nacida en el extranjero, en su mayoría italianos, aunque también desembarcaron vascos, españoles, ingleses y alemanes: Desde 1870 hasta 1881, la ciudad se convirtió en la meca de los extranjeros ya que por cuenta del Gobierno Nacional se instalaron en ella más de 30.000 personas.

    Este escenario creo una imagen de una ciudad pujante, alejada de las decisiones del poder central, librada a sus propias energías, ya que la administración central poco hacía por ella. La ciudad del Rosario comienza entonces su leyenda como una inmensa factoría, la ciudad “fenicia”, centro comercial entre las mercaderías que venían de las rutas coloniales del norte y aquellas europeas que ingresaban por el río desde la ultramundana Buenos Aires. El puerto privilegiado por su situación natural permitió desde su misma creación en 1876 la salida rápida de los frutos de la tierra que los primeros inmigrantes ya hacían producir. El “arado civiliza” era una verdad de la época. Con la presencia “gringa”, las colonias agrícolas dejaron atrás la subestimación hispánica por la tierra para reemplazar las vacas por el trigo y el maíz cosechados a gran escala…

    El ferrocarril completó el circuito necesario para la salida de las exportaciones que producían 11 provincias y que tenían en el puerto de Rosario, el camino de su riqueza: el trigo y su espiga coronaron la imagen de la nueva ciudad aluvional.


    - La italianidad como práctica social de la conmemoración
    - El catolicismo en la Pampa Gringa Santafesina




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