Los ganaderos nada sabían de siembra en
grandes extensiones, para ello recurrieron al “gringo”.
La tierra se dividía en “potreros” alambrados
de 2000 hectáreas y luego en lotes amojonados de 200 hectáreas
sin alambrado que se arrendaban a razón de $4 la ha. A una
familia por 3 años. Ësta tenía la obligación
de dejar la superficie sembrada con alfalfa una vez finalizado el
contrato. Un estanciero en 1892 por este sistema labró en
su campo entre 30 y 40 mil ha.