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Casa rural de la familia Mai en Santo Tomé, llamada “Paradero”.
Esta casa recibe su denominación, “Paradero”, por estar construida, calle por medio, en las cercanías de un apeadero del Ferrocarril en la zona de Santo Tomé de la línea ferroviaria que partía de la hoy conocida como “Estación del Mitre”. Y también como "Varadero", posiblemente por alguna relación con el cercano río Salado.

La primera etapa de construcción data de la década de 1890 que su dueño, el Sr. Giovanni (o Juan) Mai , nacido en Varese, Italia y radicado en Santa Fe en la década de 1870, había recibido como pago de una obra de su empresa constructora (1). Se trataba del tramo inicial de la Catedral Nueva, y el comitente, el Obispo Gelabert, abonó con tierras de su propiedad el trabajo. Eran 800 hectáreas que Mai destinó mayormente a labores agropecuarias a cargo de colonos medieros, pero resguardó algunas hectáreas para levantar una casa y parque destinados a recreación familiar. La obra de la casa rural se terminó en 1902.

La construcción tuvo varias etapas, pero su dueño la vio terminada y disfrutó de ella mucho antes de dejar este mundo. Se utilizaron materiales de demolición de diversos orígenes, por eso se percibe una carpintería heterogénea, algunas posiblemente de origen colonial. Está en duda si la importante reja de entrada es reciclada también, o fue encargada ad hoc a alguna herrería local, que entre los detalles ornamentales inscribió las iniciales del dueño: JM.

El diseño de la planta y el frente tiene reminiscencias de la arquitectura italiana, pero más de carácter urbano que campesino. Llama la atención su frente ornamentado a la italiana y la bella reja, pero las paredes laterales aparecen casi sin ventanas ni ornamentos, como si estuviera entre medianeras. Esta característica se observa en muchas casas de campo de la época.

La casa tiene dos plantas. La parte de abajo destinada a la vida social y servicios y la planta alta a los dormitorios. Completamente simétrica, sobre el espacio de ingreso tiene construida una torre a la que se accede por escalones rústicos de madera. Hoy es un mirador para los visitantes, pero resguarda en su historia la función de vigilancia del predio en los viejos tiempos de malones, a pesar de que no había amenazas de esa índole en los años de Juan Mai. Pero él construyó una casa segura, con puertas fuertes (después sumó la reja) y patio trasero tapiado con su aljibe. Finalmente se añadieron a la casa cocheras, una planta generadora de electricidad, depósitos y galpones y se desarrolló una economía autosuficiente para la familia: gallineros, predios sembrados de maíz y otros cultivos para consumo. El parque se organizó con un sector de jardines a la italiana y un bosque de eucaliptos, al estilo de la época y caminos bordeados de palmeras bajas y agapantos azules, según recuerdan los descendientes de la familia que todavía pudieron disfrutar del “Paradero”.

En el mobiliario de la casa, hoy desaparecido, se percibía la superposición de tiempos y etapas familiares. Muchos muebles venían de las viviendas urbanas que eran renovadas cada tanto: algunos eran muebles sencillos de campo, otros eran de mayor jerarquía pero demodé, y por eso las familias los trasladaban a la casa rural. Los herederos recuerdan piezas preciosas de vajilla usadas cotidianamente, simplemente porque tal o cual moda o estilo se había superado y los “platos viejos” se llevaban al campo.

Al “Paradero” se podía acceder por tren, o por el camino rural, en carruajes de tracción a sangre, pero muy pronto en automóviles, en los albores del siglo XX. El camino venía de Santo Tomé y demarcaba los “cuadrados” asignados a las familias inmigrantes y son posibles de percibir hoy en día. La casa Mai fue restaurada hace pocos años por su actual propietario, Eduardo Mai, descendiente bisnieto de don Juan Mai, y está en muy buen estado de conservación. Se mantienen en pie los grandes eucaliptos, algunos algarrobos originarios de la zona, una antigua palmera y, aunque vacío o con rastros muy débiles, como un pie de “subibaja” de hierro, aparece el espacio de los juegos infantiles, a la izquierda de la casa.

Texto: Prof. Silvia Calosso