Alt text
La Casa del Gringo, o Casa del Inmigrante Italiano Suburbana

- César Carli -

A esta casa se la conoce como casa “chorizo” por estar constituida por una sucesión de piezas constituidas a lo largo del predio sobre una medianera – y están ubicadas por lo general en los barrios periféricos y las colonias agrícolas próximas a los centros urbanos. Respecto a la génesis de su conformación existen varias teorías aunque, en rigor, ningún historiador se ha preocupado seriamente de ellas. Una de las explicaciones, tal vez la más común, es la que supone que en sus orígenes la composición arquitectónica procede de la división de las casas coloniales según un eje, que pasando por el centro del patio dividía a ésta en dos partes simétricas, cada una de las cuales se convertía de este modo en una forma rudimentaria de “casa chorizo”.

Todo parece indicar que el programa de necesidades u organización funcional de la “casa del gringo” poco o nada tiene que ver con las casas que le sucedieron o precedieron. Tipología que se repitió lo largo de cuatro o cinco décadas, lo que permitió la standarización de sus elementos constructivos: cenefas de chapas de zinc con motivos de racimos de uva u hojas de vid, puertas angostas de dos hojas con postigos ciegos al exterior y banderolas superiores adicionadas a cadena, delgadas columnas metálicas de soporte para las galerías, canaletas, cinquería. El trabajo de ornamentación de rejas y a mayor poder adquisitivo, más y más bellamente ornamentadas sus fachadas. Plantas con habitaciones en serie que daban a la galería y que cerraba la cocina y el baño al fondo. Y puertas internas que permitían el paso desde la primera hasta la cocina y el baño sin tener que salir a la galería en invierno. Sólida, de muy buena factura, mantenía las características propias de la construcción de entonces: techo de zinc acanalado debajo del cual se extendían los cielorrasos formados por tirantillos de pinotea sobre los que se apoyaban baldosones cerámicos rojos que luego eran pintados a la cal blanco.

“La casa del gringo” tenía notablemente simplificado el organigrama de sus funciones basado en dos básicas: el íntimo y el servicio (el Estar como tal no existe). La familia se reunía en la intimidad o con las visitas, en la cocina – con cocina a carbón o leña y gran campana de humo superior – o en la galería, de 1,80 a 2,50 m de ancho, que servía también para neutralizar los rigores estivales. A diferencia de la galería cerrada de la casa colonial, la galería gringa permitía un tipo de relación social hacia el “afuera”, un “afuera” franco vinculado con el paisaje urbano, la calle pública, el barrio, los vecinos. La galería tornaba imprecisos, indeterminados, los límites entre el interior y el exterior de la vivienda, incorporando o cediendo espacial uso cotidiano.

Para las dimensiones actuales resulta sorprendente la altura de las aberturas originales, que desde luego tenían, como era común entonces en las casas de cierto nivel, dos hojas de abrir con postigotes articulados en el interior y banderolas en la parte superior, por lo cual daba una altura de 3.30 metros – los clásico once pies madereros – Los vidrios estaban repartidos en seis paneles por hoja, mientras que su accionamiento era realizado con fallebas exteriores y cadenas para las banderolas. Las paredes estaban decoradas de manera curiosa. Sobre un color base, generalmente crema, se hacía deslizar a intervalos regulares en sentido vertical un angosto rodillo que dibujaba repetidos motivos florales de color sepia, formando una línea separada de la otra por no más de 50 cm. De este modo se intentaba imitar el empapelado, procedimiento que con el tiempo se simplificó en desmedro de esa primitiva sutileza: sobre un fondo claro, como en el caso anterior, en este caso se arrojaba una estopa empapada con pintura decolores vivos que dejaban estampados dibujos caprichosos, naturalmente el artesano pintor debía ser muy diestro en tirar la pelota empapada para que no se produjeran superposiciones y mostrara una cierta uniformidad en todas las paredes de la habitación. El zócalo, de unos dos palmos de altura, debía diferenciarse – era generalmente más oscuro, con una línea en la parte superior y además lisos.

Datos extraidos de César Carli, Biografía de una casa , Col. Los tiempos, los patios y las casas, Santa Fe, UNL, p. 12 y de 8ª al sur del trópico de Capricornio, Sainte Claire Editora, Bs As. pp.45-50.

La importancia de este tipo de casa era su autosuficiencia, ya que se presentaba como un microespacio productivo al mismo tiempo autosustentado pero con fuertes aperturas al exterior, generando a comienxzos del S. XX, en lo que se reconoce como la zona de “quintas” en los suburbios de la ciudad, un particular modo de economía ciudana a mitad de camino entre el campo y la ciudad.